Capitulo 9

Edward POV





Me sentía confundido y mareado con tanta nueva información, a pesar de que mi mente era mucho mas rápida que la de los humanos no podía procesar las emociones tan rápido como quería, cada nuevo detalle me tenia angustiado. Victoria no se había detenido y la seguía. Di gracias al cielo de que ese lobo estuviera cerca, pero sentía gran rabia al saber que la había besado. Ella le había golpeado, pero eso no evitaría la comparación. Tengo que apartar esos pensamientos de mi mente. Aquí solo importa si Bella era feliz, ya dejaría para después mis celos y los demás instintos asesinos que me asaltaban al pensar en eso.




Bella se vería diferente traté de imaginarla con esos cambios. No importaba de que color serian sus ojos o su cabello, siempre seria mi Bella, aunque tuviera 100 años yo la seguiría amando igual.




Pero me tenía preocupado Victoria, lo de la desmembración es terrible no creo que hubiera vuelto acercarse a ella en algunos meses, quizás un año, pero estaba seguro que volvería. Para vengarse de mí. De eso también me sentía culpable. Nunca debí haber aparecido en su vida. Debí alejarme en cuanto pude, fui débil y solo pensé en mí.




Pero Bella era más fuerte, había ido a Chicago, mi tierra natal. Un lugar apacible y de ensueño. Al menos hace cien años. Ahora era diferente. Hacía muchos años que la casa en que viví había desaparecido para construir un centro comercial allí. Pero las noches eran como antaño. Las estrella brillaban igual, eso no había cambiado, ni el mágico resplandor del lago en los atardeceres, igual al ultimo que vi en mi vida humana. Bella estaría allí, viviendo cerca de mis recuerdos humanos. Me alegraba saber que había encontrado nuevos amigos, aunque no podía controlar las punzadas de dolor al saber que otros ojos la miraban como yo. Ella era hermosa y dulce. No sabía lo perfecta que era.




Y había dejado estas pruebas para mí. Pruebas de que había vivido, de que todos mis esfuerzos no fueron en vano, aunque me sintiera terriblemente mal por no haber estado allí para protegerla.




Había otra carta más, un poco menos larga que las anteriores, seguro sería de su primer año de estudios, sus amigos, su nueva vida. Me acomodé mas para leerla, aunque fácilmente habría terminado todas las cartas en unos minutos, prefería hacerlo a velocidad humana para saborear cada línea, cada palabra. Imaginaba su voz, narrándome todo aquello, contándome al oído su experiencias y sus vivencias. Aunque hubiese querido leer mas rápido no lo habría logrado, imaginar su voz me hacía soñar, aunque eso no fuera permitido a seres como yo. Los monstruos no deben soñar y menos con un ángel como ella.




TERCER CARTA




Halloween




La primera semana allí fue genial. Todavía no comenzaban las clases pero podía compartir con mucha gente.




Mis compañeras de habitación eran divertidas, una había nacido en Cuba de llamaba María y me contaba sobre historia de su país y de una revolución, pero que no podía ir a visitar a su abuela. Eso me pareció muy triste, ya que yo no tenía abuelas y ella que tenia no podía verlas. La otra Annie, era de New York, no tenía padres y había crecido con tíos hasta que ellos ya no pudieron mantenerla y la dejaron en un albergue en Chicago, había conseguido una beca por mérito. Estudiaríamos lo mismo así que ella sería mi mejor amiga. A ambas nos encantaba la lectura y habíamos entre las dos armado nuestra biblioteca común. La literatura era nuestro mundo y también nuestro futuro.




Estaba animada con mi nueva vida. No quería recordar para no caer nuevamente. Así que decidí ser tan extrovertida como pudiera. Presenté a mis amigas a los nuevos chicos que conocí y todas las noches salíamos a pasear. Solíamos recorrer el lago y contarnos historias de los lugares donde veníamos. Eso fue mucho material en mi cabeza. Como si quisiera escribir sus historias, sus recuerdos, incluso las historias extrañas de sus pueblos, de sus ancestros.




Cuando me tocó el turno de contar mi historia, solo pude narrarles como había sido mi vida en Phoenix y algunas leyendas de Arizona.




John siempre buscaba estar a mi lado cuando narraba algunas leyendas del Valle dormido o las historias de los atrápasenos. Eso les gustaba mucho.




Un día mientras contaba una leyenda de las minas de Phoenix y de la desaparición misteriosa de muchas personas, María me interrumpió.




- Isabella, tengo entendido que tú no naciste en Arizona. No eres de allí aunque hayas vivido algunos años. Creo que eres de Washington ¿verdad?




- Washington DC? Preguntó Annie.




- Seattle- respondí. Pero he vivido toda mi vida en Arizona, no recuerdo Seattle.




- Pero… tus papeles Isabella, vienen de un instituto en Washington. Estudiaste allí verdad.




- Es una larga historia y además fueron solo dos anos… mejor dicho un año y medio.




- Tranquila- Me dijo John- si no quieres hablar de eso no hay problema. Me gustan tus historias de Arizona y de las minas embrujadas y todo eso.




- No es que no quiera hablar de ello. Es solo que no hay nada que decir. Fue un año y medio de nada. No me paso nada allí. Eso es todo.




No pude continuar. Me levanté y me fui rápidamente, tratando respirar. De no sentir otra vez el vacío en el pecho.




Los primeros meses fueron un poco más difíciles. Me había inscrito en muchas materias, tantas que no me dejaban pensar en otra cosa que no fuera estudiar y leer. Salía con mis amigos algunas noches pero solo un par de horas. Regresaba pronto ya que ni quería perderme mis horas de sueño.




Ese año Juliet y Karin estaban en la comisión para organizar un baile de Halloween y tuvimos que salir todo un día a conseguir calabazas.




Las ayude todo lo que pude aunque no tenía muchas horas libres. El salón de baile quedó genial, muy tétrico. Aunque no tenía pensado asistir al baile, ellas ya habían elegido los disfraces para todos. Juliet tenía un precioso vestido Zulu, era muy atrevido y estilizado pero decía que le recordaba el lugar de donde eran sus antepasados. Karin tenía una toga griega, también muy sensual. Rachel tenía una falda escocesa muy bonita aunque la blusa era tan pequeña.




Anton iba disfrazado de Mariachi, ya que su abuela materna era mexicana. Hasta María se había vestido de guerrillera. Y Annie, traía un vestido de los años 20 de un tipo de baile llamado Charleston o algo así. A mi me habían elegido un vestido al estilo Pocahontas. Pequeño y llenos de pequeñas plumas e hilos de colores. No había visto aun el disfraz de John porque él mismo lo había comprado.




Llegamos muy temprano para observar todos los detalles sobre la música y los bocaditos. Me habían insistido tanto en que las ayudara que decidí quedarme solo un par de horas y luego iría a dormir.




Había amucha gente y todos disfrazados, zombies, osos, brujas, princesas. Y allí estaba yo con mi pequeño traje de india.




Estaba tomando un ponche, cuando alguien me tomo de la cintura, me volteó rápidamente buscó mi cuello y con una voz sumamente aterradora me susurró




– Quiero tu sangre.




Me quedé petrificada, sentí una corriente traspasar mi columna. Traté de pensar en donde estaba pero todo fue inútil. Solo vi oscuridad y me hundí en ella.




Cuando desperté estaba en la enfermería. John y Annie estaban conmigo.




- Isa, por favor, perdóname, lo siento.- Decía John muy apenado




- Eres un tonto, como pudiste hacerle algo así. No sabes que hay gente que ha muerto de susto.- le reclamaba Annie.




- Ya estoy mejor, ¿que me pasó? - Pegunte




- Te desmayaste, pensamos que te había dado un ataque cardiaco, estabas pálida.- Dijo María que estaba en un extremo de la habitación.




John se acercó un poco más y pude observar el traje negro y la capa que traía. Ya no tenía maquillaje aunque todavía se le veían las ojeras negras bajo los ojos. Y entendí. Él se había disfrazado de vampiro y había intentado sorprenderme.




- Isa, perdóname.




- No hay problema John. Es sólo que me pillaste desprevenida.- Le sonreí – Ya me puedo ir a mi habitación, tengo sueño- Les dije a todos.




- Bueno, si creo que si puedes. Pero Annie y yo iremos a ayudar a los demás a recoger todo. John acompaña a Isabella a su habitación por favor- Dijo María




Salimos de la enfermería sin decir nada, el estaba aun muy avergonzado y yo no quería decir nada. Caminamos en silencio. Había luna llena y las estrellas brillaban mucho. Llegamos a mi pabellón y entramos. Nos detuvimos frente a mi puerta para despedirnos pero él pareció dudar.




- Isa- me dijo casi tartamudeando. - ¿Quién es Edward?- Me preguntó




- ¿Qué?.. ¿Quién?.. Como es que tu… yo no se…- Dije atropelladamente




- Cuando te desmayaste y te llevé a la enfermería no dejabas de repetir ese nombre.




- No es nadie. Por favor vete, no quiero hablar de nada. Adiós.




Abrí mi puerta, entré y la cerré de golpe. Aún aquí los recuerdos me seguirán. No debía permitirlo. Caí en mi cama y me quedé dormida.

2 comments:

Anónimo dijo...

soy sol, mmm, por dios muy lindo este cap. espero q pronto subas el proximo así no nos quedamos pensando q va a pasar, felicitaciones!!

Kassandra H. dijo...

ahh me usta muxo esta istoria
de verdad esta increible :)
y lo de Edward...q pena me da Bella
ahhhh... ya kiero prox capi